martes, noviembre 22, 2005

De aquellas cosas que vuelven calibradas.

Hoy, mi tristeza se fue en barca, esquivando una geometría amorfa.
La raíz quebrada inundada de cuervos que explotan.
Solo, solos en ese árbol lluvioso que bebe altamar.
Mi único lugar conmigo, lejos que estoy aquí.
La razón interminable escuchada en garabatos reciclados,
en una luz tenue que no alcanzo a leer.
El tapón sin pluma sigue sin escribir añoranzas de trigo,
el espantapájaros ha caducado en la memoria de las aves.
Yo aquí sintiendo burbujas en la cabeza sin efervescencia.
El gato sin caza, solo viendo,
hablándole al resguardo de la luna fría lejos de casa.
El viaje le ha valido la pena por respirar colores sin extrañeza,
por encontrar desde el infinito, lo más y menos profano,
el dulce sabor de un beso sin rincones,
un beso con alas que se pega a los ojos.
La tierra de sal se encoge, esconde, brinca, corre y vuela,
terminándose de una mordida el estuche natural del eco.
Llegará a su destino dentro de un dedal de plasma,
desembarcará desde su partida cantando papeles
en una tinta lívida que perpetua su existencia
en un suspiro olvidado por el viento temperamental.
Ha llegado... Ahora parte...
*Names de Cat power.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hemos decaído amorfológicamente.