Empezaron los mayas, sus historias contadas en piedras, jeroglíficos, en rituales sagrados llevados de la mano por sus dioses, ellos que se relajaban y se curaban en la nube donde los bendecían.
Ella no estaría sentada ahí, y si lo estuviera, no tendría la mano en la cabeza, no miraría al techo, no voltearía de un lado a otro tratando de buscar a alguien a quien no espera, ella no estaría sudando, ni se le iría el aire, tiene que encontrarse con alguien a quien no conoce, hoy no, pero aun así, está nerviosa en la mesa, viendo todavía, hacia arriba, con la mano en la barbilla.
Llegó Colón a Tierra Santa, descubriendo maravillas que en su tierra no conocía, los indios llenaron sus barcas de tesoros nunca antes siquiera imaginados, explicaron a Colón como pudieron, su común comportamiento y forma de vida, que para él fue vivir una fantasía, soñaba mientras descubría el nuevo mundo. Sus barcas llenas de tesoros incomprendidos, brillantes, míticos e inimaginables, zarparon al viejo mundo.
-Eres hermosa, aunque un tanto flaca y descuidada, por lo que he visto ¿te desesperas muy fácilmente no?- ¿Esperas a alguien? Oh eres española, ¿puedo hacerte compañía mientras llega la persona a la que esperas? Gracias, pero ¿Cómo que no esperas a una persona…? Está bien no hablemos de eso, ¿Cómo te llamas? Catalina… es un nombre puro y te queda perfecto, ¿Sabes porque te llamas así? ¿Catalina de Médicis? No conozco mucho de historia y menos francesa.
Fue otra más, aniquila el dolor de cabeza, y se queda dormida casi soñando, en el sueño hay nubes y aves volando, hay cielos lilas-azules, rosados, con un sol que ilumina la imagen de oro levantada por los mayas, se dispersa y viaja volando sobre el océano hasta llegar a ver de nuevo “el dulce hogar” con presentes valiosos, con los que un niño se emociona al ver una caja cubierta de papel, apenas empiezas a hablar, pero a gatillas dominas el arte, siempre plantada al suelo, soñando aun en las nubes de lluvia bajo la luna-zul.
Me críe en un pueblo cerca de Veracruz, mi padre era campesino y se encargaba de cultivar, recolectar y vender la cosecha, así que como ves Catalina, yo no vengo de una familia adinerada, yo comía un plato de frijoles y era lo mejor que podía comer, mi madre y yo le ayudábamos a seleccionar la cosecha, era lo único que hacía aparte de ir a la escuela, que me quedaba a 15 kilómetros de casa. El trabajo empezaba desde febrero cuando los hombres más fuertes picaban y preparaban el terreno, luego llegaba abril junto con los semilleros, teníamos que mantener las tierras húmedas, de lo contrario perderíamos toda la cosecha y mi padre tendría que pedir dinero prestado otra vez, el agua no llegaba por canales, debíamos agarrarla de un pozo y llevarla cargando para regarla y esparcirla en la hectárea donde había cosecha, ahí teníamos que esperar hasta agosto y diciembre cuando la planta estaba crecida para recogerla a mano, después escogíamos las hojas para empezarlas a secar, para que secaran más rápido prendíamos hogueras, las cuidábamos entre todos día y noche para vigilar y alimentar el fuego, cuando estaban lo suficientemente secas se empacaban por bultos y se entregaban al comprador, el cual nos daba por kilo 18, 15 o 12 pesos, mi padre siempre dijo: este es un quehacer artesanal en el cual hay que fabricar hoja por hoja.
Las guerrillas en bandeja de plata, la comida entre arbustos, los amigos viajeros de las nubes, con la adrenalina en la escopeta, el vicio que sacaba el miedo y volvió al hogar a enseñar de la experiencia. Después todos estuvieron dentro de la guerra.
Escuchaban sonidos que viajan en recuerdos, con lo que las palabras volaron tan alto que les hizo sentir mariposas en el estomago y un tambor del lado izquierdo, ojos de cascada, manos de panadero, ansiedad, deseo, profecías paralelas, otra vez, después; Miedo.
De noche soy luciérnaga, mensaje subliminal reflejado en oro, en las mesas soy los hilos que salen de mis dedos y las nubes de mi boca, soy hasta la muerte en un gris invisible.
Cof… cof… cof… ¡Agua!
Cof… cof… cof…
¡Dame agua! Cof… cof… cof… cof… (Yo sabía desde el momento en que la vi que nos parecíamos, pero no atiné a lo que pensaba, en realidad ella y yo, solo tenemos una cosa en común, y es por lo que me acerqué, los dos compartíamos el “habito”, el vicio, el enfisema pulmonar, el tabaco en la mano, solo platiqué con ella para fumarme un par de cigarrillos, para perder el tiempo.)
28/jun05
bIeNo
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