sábado, noviembre 19, 2005

La vuelta al otro día clavado

La flauta de un violin perecedero imita la risa de los cantos.

Ellos escuchan suavemente el palpitar de una hoja de invierno
para cobijarse entre la selva huraña de viento húmedo.

Café grisacéo que se refleja con la luz de un unicornio de madera
la tierra que brota de las nubes.

Si te dijera que aquí todo nace cuando baja el sol y se quiebra la luna
sería como contar una mentira a caballo que se desprende del silencio.

Nada es un sueño que no valga la pena en listones que pintados de seco.

La ligeresa de los ruidos explotan con las aves que vuelan en el agua envuelta

de remolinos encáusticos.

Las alas hacen música de besos en la montaña de vainilla.


*river song de Bebel Gilberto

1 comentario:

Anónimo dijo...

todos tus post van por donde mismo sin sentido y demasiado poeticos