lunes, marzo 27, 2006

Camino IV


El movimiento constante desfragmenta el agua, determina su etapa de tierra, volviéndose el aire de los peces, pasos lentos, sordos, sal de dulce, raíz de pacto que tiene sus manos tulipanes.
La luna es intransferible y percibe cada gota de arena, cada litro de sueños en los que nada, pero él viene caminando de espaldas a las flores, sin mirar su esencia ni olfatear su belleza desértica.

-Que hermosas huelen
-De nada.
-Nos vemos mañana entonces
-¿Bien y tú?
-Nunca he caminado
-No sólo somos feas, también bonitas.
-Sí, y parece que hablan muy quedito, como si no quisieran gritar su perfume, entender su color, se dedican a voltear lo que vuela y a elevar lo enterrado
-Somos estrellas de mar, mira nuestras manos.
-Sus manos tienen pies, en cualquier momento se pueden ir, mis pies los tengo en este frasco, por ello he llegado hasta aquí, con la tapa de sombrero, ellos nunca se irían por una sola razón: “El sol aprende de las maravillas pequeñas, el movimiento no existe sin un pie, sin un pie se pierde, se imprime y cortan la lluvia de las barcas, sin velas de madera”

-Acuéstate aquí, nosotras te arrullamos.

Voló, el viento al lado del polen, las orquídeas se entumieron en la sombra de las nubes, y yo me fui de ahí, permaneciendo inmóvil ante el suspiro musical del arrullo del color de las flores.





♫ The Sea Is Calm de Cocorosie

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