Nadie se percató de que ese día sería el último, nadie. Ni los científicos, ni los profetas pudieron prevenir ese día que murió el sol. El ambiente fue extraño, casi mágico y el sol desapareció sin avisar a la hora acostumbrada en el que los ojos humanos ya no alcanzaban a verlo. La gente se abrasó y se despidió cariñosa antes de ir a dormir. A la hora en la que se suponía debió amanecer, no hubo ruido en ningún lugar de la galaxia, todos dormían y soñaban en otro mundo, con otro sol.
♫ Sleeping Lessons de The Shins
1 comentario:
Esta bien chido tu patín ese de microficción. Hasta que por fin las drogas han rendido frutos, cuuuuuuuuuuuuul. Besos mija.
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