El viento sopla en dirección opuesta, nadie se da cuenta de ello, todas las noches se mueven en el aire, encontraron la manera de transportarse, entran en cada rincón de cada casa y hacen que los respires.
Las calles se tornan con luz negra, todos duermen, menos los que están destinados a no hacerlo, afuera hay ruidos metálicos, y se escuchan los quejidos de los árboles, el viento les arranca las hojas de su ser, los dejan desnudos, congelándose, y muy pronto nevará.
Es difícil que en Chihuahua existan huracanes, pero yo los he visto en la noche, ligeros porque son pocos, son batallas entre las dos fuerzas, el viento del bien y el del mal, desaparecen todo.
Algo pasa allá afuera y no me corresponde hacer algo al respecto, porque está fuera de mi alcance, no soy nadie contra el viento, porque en las noches él es un borrador de almas que hace maullar a los gatos.
Las noches cambian, las estaciones se extinguieron, un día nunca será igual al otro, en invierno no hace frío, en verano nos cae una nevada, un temblor, un huracán, una sequía en el mar, agua purificada en botellas contaminadas por su esencia, ellos, los jinetes del tiempo lo han cambiado, son muchos y están en cualquier lugar, en este momento se asoman por las ventanas de las casas del lugar más peligroso de una nación, un lugar con los suelos de sangre y humo de plomo en el cielo, un lugar que es gris pintado de verde que se cae sin lluvias.
El viento no me deja dormir, tengo que escuchar lo que me dice, escuchar marchar a las tropas del bien y a las del mal, diferenciarlas y descifrar ese dialecto que me habla el viento, saber a dónde ir.
Se siente esa furia brutal con la que quiebra el silencio, con la que hiere a las plantas, con las que quiebra los vidrios, con la misma fuerza con la que se atreve a enfrentar a las aves y exiliarlas a otro lugar.
Ese aire no es mío, es parte del alma de algo tan fuerte como un dios, es su cuerpo, es su sangre, nosotros lo enfermamos, y la gloria llega cuando un virus irreversible tiene que ser exterminado por completo, quitándole lo que más necesita, su sustento, su tierra, su alimento, su estabilidad, su rotación, está al borde de recibir un coma,
Las calles se tornan con luz negra, todos duermen, menos los que están destinados a no hacerlo, afuera hay ruidos metálicos, y se escuchan los quejidos de los árboles, el viento les arranca las hojas de su ser, los dejan desnudos, congelándose, y muy pronto nevará.
Es difícil que en Chihuahua existan huracanes, pero yo los he visto en la noche, ligeros porque son pocos, son batallas entre las dos fuerzas, el viento del bien y el del mal, desaparecen todo.
Algo pasa allá afuera y no me corresponde hacer algo al respecto, porque está fuera de mi alcance, no soy nadie contra el viento, porque en las noches él es un borrador de almas que hace maullar a los gatos.
Las noches cambian, las estaciones se extinguieron, un día nunca será igual al otro, en invierno no hace frío, en verano nos cae una nevada, un temblor, un huracán, una sequía en el mar, agua purificada en botellas contaminadas por su esencia, ellos, los jinetes del tiempo lo han cambiado, son muchos y están en cualquier lugar, en este momento se asoman por las ventanas de las casas del lugar más peligroso de una nación, un lugar con los suelos de sangre y humo de plomo en el cielo, un lugar que es gris pintado de verde que se cae sin lluvias.
El viento no me deja dormir, tengo que escuchar lo que me dice, escuchar marchar a las tropas del bien y a las del mal, diferenciarlas y descifrar ese dialecto que me habla el viento, saber a dónde ir.
Se siente esa furia brutal con la que quiebra el silencio, con la que hiere a las plantas, con las que quiebra los vidrios, con la misma fuerza con la que se atreve a enfrentar a las aves y exiliarlas a otro lugar.
Ese aire no es mío, es parte del alma de algo tan fuerte como un dios, es su cuerpo, es su sangre, nosotros lo enfermamos, y la gloria llega cuando un virus irreversible tiene que ser exterminado por completo, quitándole lo que más necesita, su sustento, su tierra, su alimento, su estabilidad, su rotación, está al borde de recibir un coma,
♫ Tlunks de bIeNo
2 comentarios:
A mí me gusta lo que escribes, también. En invierno no hace frío, que bonita ironía, supongo que este invierno no nos nevará y qué le vamos a hacer, no?
¡Frio infierno llévate el calor del invierno!
Que desvelados...
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