Los cuervos parecían gotas de lluvia mientras atacaron a los indefensos espantapájaros, el cielo azul fosforescente con nubes difuminadas y repletas, los lanzaba salvajes y eran miles lanzándose al mar verde, picoteando los sombreros, los botones de las camisas a cuadros, les arrancaron los ojos y los dejaron vacíos, se llevaron sus almas.
Mi hermano se quedó inmóvil viendo el ataque de los cuervos como si un banco de peces negros hubiese salido del mar a raptar niños. Después llegó corriendo a casa, deseando tener alas, pero con una desesperación y agitación temerosa, con el corazón que lo golpeaba como los cuervos a los espantapájaros.
Ahí fue que supe del suceso, y recuerdo aun la fotografía de la guerra, una imagen gris oscura, los cuervos no dejaron ni un grano, o alguna hoja del mar de milpas, quedaron los tallos pelones, y las cruces de los más de 30 espantapájaros que cuidaban la inmensidad de plantas. Al final de la batalla, las cruces de madera se volvieron negras, había una lluvia de plumas que nunca terminaba de caer, era casi un incendio que había arrasado con toda la cosecha. Fueron los cuervos quienes quemaron todo lo que teníamos por culpa de esos estúpidos espantapájaros.
♫ Hour 10 de Blueshit
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